Memoria


Este espacio está dedicado al trabajo de algunos ex alumnos de la Facultad de Bellas Artes, realizados a finales de los 70 y principios de los 80. Muchos fueron los que de una u otra forma trabajaron con un profundo compromiso social, entre ellos Alberto Díaz Parra, Havilio Pérez y Hugo Sepúlveda. Destacamos obras, ya emblemáticas, de Elías Adasme, Víctor Hugo Codocedo y Hérnán Parada y una serie de pinturas de Héctor Achurra. A través de la historia de Humberto Menanteau, asesinado por la dictadura, rendimos homenaje a todos nuestros compañeros que fueron víctimas de la represión.

El golpe militar trunca el desarrollo académico de la Universidad de Chile, y por ende, el de la Facultad de Bellas Artes. El último decano, José Balmes, sale al exilio y en su reemplazo asumen el cargo, personeros cercanos al régimen nombrados por los militares. Las clases se reanudan tardíamente en 1974 y la Academia, hasta entonces referente en el ámbito del arte, pierde ese rol y se empeña en vivir en una burbuja donde no se escuchan los gritos de la sociedad. Lo más significativo en el arte empieza a ocurrir fuera de las aulas, en las calles y lugares no tradicionales como el Taller de Artes Visuales (TAV), el Centro Imagen, el Taller 666, entre otros, que aglutinan gran parte de la actividad artística y cultural de esa época. Así, surge un arte contestatario que experimenta con nuevos lenguajes y cuyo eje temático y de contenido pretende dar cuenta de la situación que vive el país.

En este contexto, en 1979 nace, entre otros grupos, la Agrupación de Plásticos Jóvenes (APJ), impulsada por Hugo Sepúlveda y Havilio Pérez, a los que se unen Alberto Díaz Parra y Víctor Hugo Codocedo, entre otros. El modo de operar abierto y con nexos con distintos grupos permitió que gran cantidad de artistas participaran en las diversas actividades que se organizaban. La gráfica juega un papel central en el accionar de la APJ, que le permitió llegar a distinto tipo de espectadores con su mensaje.

A fines de los años 70, la acción de arte inicia un capítulo importante en la historia de arte en Chile; es el instrumento de expresión que se ajusta a la perfección al anhelo de algunos artistas jóvenes por denunciar y testimoniar el periodo represivo que vivía el país. Por definición, la acción de arte es la obra en sí misma, es irrepetible y se desarrolla en tiempo real. Los elementos constitutivos son el cuerpo del artista, su vestimenta, algunos objetos y el lugar o escenario donde se realiza la acción. Muchas de estas acciones años eran fugaces, realizadas en espacios no autorizados y sin difusión previa; acciones  tipo ”comando”: planificación, elección del lugar y hora, ejecución, documentación. Posteriormente, la acción de arte fue tomando otros caminos, pero ese período inicial en nuestro país, y la forma como la desarrollaron nuestros artistas, es el sello de esa época

.El registro es importante para la documentación de la acción; entonces sólo se disponía de la fotografía, que sólo captura momentos estáticos de hechos vivos. Sin embargo, resultó fundamental en recuperar estas acciones, para la historia. Los propios artistas eran, en muchas ocasiones, fotógrafos de sus compañeros. Es el caso de la acción Despliegue de la bandera de Víctor Hugo Codocedo, fotografiada por Alberto Díaz Parra. A su vez, Codocedo documenta la acción Estado de Emergencia que, el mismo día, realiza Díaz Parra en el espacio ocupado por el Museo de Bellas Artes y el Museo de Arte Contemporáneo. Elías Adasme, a su vez, fotografía algunas acciones de Obra Abierta de Hernán Parada. No se puede dejar de mencionar a Jorge Brantmayer, cuyo ojo fotográfico preservó para la historia del arte, muchas de otras acciones.